Artistas

Emilio Sala Francés

Alcoy, 1850 - Madrid, 1910

  • La chica de las flores

    1906
  • Muñeca abandonada

    s.f.

Emilio Sala nació en Alcoy en 1850, hijo de Concha Francés Sempere y de Pedro Sala Arenas. En 1851 la familia se trasladó a vivir a Valencia, para hacerse cargo de un comercio llamado La Villa de París, situado en la calle de Zaragoza, donde se vendían artículos de lujo e importación.

En 1861 Sala empezó a tomar clases particulares con su primo el pintor Plácido Francés, catedrático de Dibujo del Antiguo y Natural de la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia. En 1864 se matriculó, ya formalmente, en la Escuela, e inició clases particulares con Salustiano Asenjo. En la Escuela de San Carlos permaneció hasta el curso 1870-1871. En este año fue por primera vez a Madrid para visitar el Museo del Prado, donde consta documentalmente que trabajó como copista.

También en 1871 presentó su primera obra a la Exposición Nacional, La prisión del príncipe de Viana, con este lienzo gano una segunda medalla. Como consecuencia de este éxito estableció temporalmente su residencia en Madrid, durante este año, y con carácter definitivo a partir de año siguiente.

En Madrid vivió desde 1871 hasta 1885. Durante estos años se introdujo en los círculos cultos y aristocráticos de Madrid. Trabajó fundamentalmente realizando retratos y decoraciones murales para miembros de las finanzas, la aristocracia y la familia real. Decoró el palacio de Manzanedo, el palacio Anglada, el café Fornos, el Lion d’Or y la Cantina americana.

A la Exposición Nacional de 1878 presentó Guillem de Vinatea, delante de Alfonso IV haciéndole revocar un contrafuero, junto a una serie de bocetos para decorar la Cantina americana propiedad de Ramón Guerrero, padre de la actriz María Guerrero. En esta exposición consiguió una medalla de oro.

Junto a estas obras continuó su actividad como retratista. A la Exposición Nacional de 1881 presentó el Retrato de la señorita H.J. y Retrato de la marquesa de Coquilla. Y en 1882 realizó el Retrato de la infanta doña Paz, que, por tratarse de un miembro de la familia real provocó el interés general y un gran número de referencias críticas.

El prestigio alcanzado en estos años hizo que se pensara en Sala para realizar la decoración de San Francisco el Grande, pero una serie de intrigas abortaron el proyecto. También fracasó en su opción a una vacante de profesor en la Escuela de Artes y Oficios. Todo ello le decidió a salir de Madrid e instalarse en Roma. En 1885 optó a una pensión como académico de mérito en la Academia de España en Roma, que le fue concedida. En este momento la Academia estaba dirigida por Palmaroli. Sala tomó posesión del puesto el 1 de octubre de este año, y aunque debía permanecer en Roma hasta el 1 de noviembre de 1888, el 31 de marzo de 1887 Palmaroli le concedió una licencia temporal para instalarse en París, que se convirtió en definitiva. En París permaneció hasta 1896.

En 1889 presentó a la Exposition Universelle de París La Expulsión de los judíos; con ella consiguió una segunda medalla en un momento en que la pintura de historia había dejado de interesar al público y a la crítica francesa. En 1891 este cuadro fue presentado a la Exposición Universal de Berlín donde consiguió una medalla de oro.

Se tienen pocas noticias de estos años. Se sabe que contrajo matrimonio con Eugenia Bernard de la que tuvo a su única hija Marcela. En el aspecto profesional hay noticias de la decoración del «techo para el comedor del palacio de un opulento y riquísimo yankee», para el que pintó diversas alegorías del pan, el vino, la carne y el pescado. Y, sobre todo, realizó un importante número de pinturas de pequeño formato, con el tema básico de la figura femenina en un ambiente de moda o en jardines al aire libre.

Pero durante su estancia en París, Sala empezó a interesarse por las investigaciones sobre la luz y el color que llevaban algunos pintores contemporáneos, así como sobre los textos científicos más extendidos en la época. Allí se formó el estilo que definió la personalidad de Sala.

A su regreso a Madrid se dedicó preferentemente a la ilustración gráfica, a escribir tratados técnicos y teóricos y a la docencia. En 1896 publicó en La Ilustración Española y Americana un artículo titulado «La desecación en la pintura», y en 1906 publicó su famoso tratado sobre Gramática del color. Pintó también el techo del palacio de la infanta Isabel, en la calle Quintana, con el tema de Las Horas, que tuvo una gran repercusión crítica, y fue comentado entre otros por el poeta Juan Ramón Jiménez.

Pese a todo, Sala seguía siendo mal recibido en círculos académicos. En 1906 optó a una vacante de académico de número para la Academia de San Fernando y fue rechazado en favor de Menéndez Pidal. Quizás como compensación se creó, para él, la cátedra de Teoría, Estética del Color y Procedimientos Pictóricos, de la que tomó posesión el 24 de enero de 1907.

En la Exposición Regional de Valencia de 1910 se intentó rendir un pequeño homenaje al pintor, que moría el 14 de abril de este mismo año 1910, en Madrid, de una angina de pecho.

Carmen Gracia