- 01. Naturalezas idealizadas. Siglos XVII y XVIII
- 02. Paisaje norteamericano del siglo XIX
- 03. Entre el romanticismo y el realismo: el paisaje español
- 04. La renovación del paisaje en Francia
- 05. La herencia del impresionismo
Paraísos y paisajes en la Colección Carmen Thyssen de Brueghel a Gauguin
31 de marzo - 7 de octubre de 2012Playa de Estepona con la vista del Peñón de Gibraltar, 1855
Óleo sobre lienzo, 73 x 112,7 cm CTB.1987.9El cuadro, realizado por Bamberger en Múnich después de su segundo viaje a España, presenta una combinación de vistas de la costa meridional española desde la playa de Estepona, en la provincia de Málaga, hasta el muy distante Campo de Gibraltar, dominado por la roca de la colonia británica. No se trata de una perspectiva con precisiones topográficas, sino de una recreación de efecto monumental, por la amplitud y virtual profundidad de la vista del extremo oeste de la costa mediterránea española. Representa una especie de epítome de esa vasta geografía, que incluye paisaje de montaña, dunas, marisma, playas y acantilados, y en cuyo horizonte se recorta con nitidez el Peñón de Gibraltar.
Gibraltar era una de las formaciones naturales más afamadas de la geografía peninsular. Desde los años setenta del siglo xviii se sucedieron los estudios de los geólogos británicos y fue motivo frecuentado por vedutistas e ilustradores. Bamberger tomó este motivo como uno de sus temas predilectos, y probablemente también más demandados. Ya en 1851 expuso en Frankfurt una Vista de Gibraltar, realizada a su regreso del viaje a España de 1849. Y abundó otras muchas veces en el paisaje del Estrecho. La Neue Pinakothek de Múnich posee un óleo suyo de 1859 titulado Paisaje montañoso de la costa española, que tiene muchos ingredientes tomados de la naturaleza de la bahía de Algeciras y el Campo de Gibraltar. También en Múnich, la Schackgalerie conserva una Vista de Gibraltar, óleo de 1863 adquirido por el conde Von Schack ese mismo año. Se trata de una puesta de sol en el Estrecho con los alrededores de Algeciras en primer término y la roca de Gibraltar al fondo. Por otro lado, la Colección Nelly Louise Luckenbach, de Heidelberg, conserva otra Vista de Gibraltar realizada por Bamberger en 1865.
La disposición de los motivos en Playa de Estepona con la vista del Peñón de Gibraltar no es muy distinta a la de los cuadros antes mencionados, sólo que el mar se abre aquí en el lado izquierdo, en lugar de en la parte derecha de la composición, como ocurre en los lienzos de Múnich. La celebración de una geografía espectacular es, en cualquier caso, rasgo común de la producción de Bamberger. No quiere decir esto que haya compromisos de fidelidad para con la fisonomía original del paisaje recreado. El cuadro articula fórmulas hiperbólicas, como la profundidad del campo visual, que aparece tan desarrollada en el cuadro de la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza.
La composición, dominada por el desarrollo horizontal y la elección de un punto de vista muy alto, ofrece una vista de carácter panorámico de un fragmento de la naturaleza que resulta de la adición de numerosos elementos característicos de la costa andaluza. El pintor crea una imagen literalmente mayestática del cielo mediterráneo, de la fuerza de su luz y transparencia, que realza el paisaje de esa costa en escorzo que se extiende en un espacio tan inconmensurable como el suyo mismo. El color, la luz y la inmensidad de esa naturaleza mediterránea en estado virgen son, qué duda cabe, el asunto de este cuadro romántico. Con el empleo de recursos como el agregado de planos sin solución de continuidad hacia el fondo, la combinación de puntos de vista muy altos para la tierra firme y muy bajos para el cielo, y los contrastes de luz, logra transmitir la experiencia de ese lugar celebrado en términos de monumentalidad. Hay una intención literaria relativa, y no sólo sentimental, en el impactante paisaje de Bamberger, como supo poner de relieve Von Schack, al comentar la Vista de Gibraltar que compró en 1863: «Incluso quien nunca ha estado allí ni conoce el sitio se siente transportado a ese lugar ante una obra de arte tal, si es que se abandona correctamente a su influjo. Así el Gibraltar de Bamberger le hará posible otear muy por encima de la escarpada roca el fondo azul, en el que se agitan dos mares entre las columnas de Hércules». La relación con vistas de la costa griega realizadas por Rottmann es muy llamativa, tanto como para poder interpretar este y otros paisajes de Bamberger como una transposición a la naturaleza del Mediterráneo español de la poética articulada por Rottmann para el paisaje griego. Busca una correspondencia de simpatía hacia un paisaje ciertamente silvestre, pero también histórico. La presencia de la mencionada arquitectura y de los pintorescos transeúntes establecen, por así decir, instancias a la reflexión sobre el paisaje en su presente y en su historia.
Javier Arnaldo