Campesinos
Martín Rico Ortega

Campesinos

1862
  • Oleo sobre lienzo

    27,7 x 52 cm

    CTB.2003.13

  • © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en préstamo gratuito al Museo Carmen Thyssen Málaga

Tras haber obtenido en 1861 la Pensión de Paisaje para el Extranjero, Martín Rico salió hacia París en febrero del año siguiente. Allí permaneció unos meses hasta que, pensando en aprovechar el final de la primavera y el verano para trabajar al aire libre, solicitó permiso a la Academia de Bellas Artes de San Fernando para dirigirse a Suiza y aquélla se lo concedió el 23 de mayo. En Suiza trabajó bajo la dirección del paisajista Alexandre Calame, visitó con él los Alpes y se estableció en el cantón de Ginebra, situado al suroccidente del país, y desde Satigny pintó varias obras, entre ellas la que constituyó su envío de pensionado de primer año.

A diferencia de lo que ocurre en aquella pintura, en Campesinos el artista se apartó de la composición panorámica y amplia que había cultivado en sus vistas del Guadarrama en su primera etapa, aún en deuda con los presupuestos del romanticismo, y se concentró en los términos más próximos del paisaje. Éste aparece acotado, casi en su integridad, por una colina de cima llana, que resalta la horizontalidad del paisaje, de modo que el punto de vista elegido acentúa su estabilidad. La colina, junto con las casas que la coronan, fueron objeto de diferentes estudios dibujados a lápiz en un cuaderno de campo realizado en buena parte en Suiza, que revelan el interés con el que abordó esta composición. Así, en uno de los que abarcan las dos páginas sucesivas del cuaderno abierto, aparece estudiada la misma colina, si bien bajo otro punto de vista, lo que hace pensar que el pintor tenía la idea de aprovecharla para un cuadro, como en efecto hizo. Esa preferencia por un paisaje muy horizontal centrado en una elevación llana del terreno se ve también en otro de los dibujos de página doble, y en otro apunte procedente de otro cuaderno, muy similar a la composición del cuadro, con intensos sombreados muy marcados con el lápiz. En otro dibujo, este de página simple, de encuadre más próximo al motivo, el artista abordó la parte izquierda de la elevación, con las dos primeras casas y el árbol que se alza junto a la segunda. Otros dos estudian las casas dispuestas en hilera entre árboles, con especial atención a la sucesión de los tejados, resaltados en oscuro. Al artista le interesaba, como denota el cuadro definitivo, mostrar una ordenada composición de volúmenes geométricos armónicamente circundada por los árboles sobre el valle, y ello explica su interés en realizar estos estudios. Por otra parte, en las primeras páginas del cuaderno hay algunos apuntes1 de campesinos que recogen la hierba, como hacen en el cuadro. Este interés en las faenas estivales del campo, además de su fascinación por el paisaje clasicista, le llevó a copiar al poco, entre otras obras de Nicolas Poussin en el Louvre, tres diferentes fragmentos de El verano, que representa la escena bíblica de Ruth y Booz ante los campos de trigo en los que trabajan los segadores.

En la composición de Campesinos tiene importancia el modo individual en que Rico trató cada uno de los árboles que rodean la elevación del terreno. Al plasmar su diferente coloración, que varía del verde azulado hasta el castaño e incluye una amplia gama de verdes, otorgó una gran veracidad al paisaje, pintado en pleno verano. La elección de una luz de mediodía resalta con claridad los testeros de las casas, que destacan sobre los tonos algo más oscuros del terreno y de los árboles. Sobre ellas, las nubes bajas coronan armónicamente el conjunto. En la parte inferior, los prados aparecen con una ligera oblicuidad que anima la composición, lo mismo que la disposición de las cinco figuras de campesinos. En cambio las lejanías de la izquierda, ordenadas según un suave declive habitual en la obra de Rico durante los años anteriores, aparecen mucho más abocetadas y, lo mismo que el primer término, parecen haber interesado menos al artista. La precisa definición de la estructura del paisaje en el segundo término según un orden nuevo es fruto de su experiencia frente a la pintura francesa, y esa estabilidad en sus composiciones sería, a partir de entonces, uno de los rasgos distintivos de su pintura.

Javier Barón