Paseo en barca
Francesc Miralles i Galaup

Paseo en barca

c. 1888-1890
  • Óleo sobre lienzo

    74 x 91,5 cm

    CTB.1996.25

  • © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en préstamo gratuito al Museo Carmen Thyssen Málaga

Pese a no conocerse ningún cuadro de Millares fechado –por lo menos no hay ninguno fechado en el catálogo razonado del pintor, donde esta obra tampoco está consignada–, Santos Torroella sitúa varios de esta misma temática –el solaz de un grupo de mujeres junto a un río, con barcas– principalmente en la década de 1882 a 1892. Es un tema típico de su época de París, ya que en Cataluña este tipo de excursiones fluviales no era nada frecuente; y aunque a veces rehacía temas parisinos en su última etapa catalana, éste, por las características estilísticas de la obra, hay que situarlo en la época central, de madurez, del pintor.

Ha quedado atrás la factura pastosa y densa de sus inicios a la sombra del realismo de Martí i Alsina, y Miralles muestra ahora una pincelada suave y vibrante, sólo insistida en rostros y carnaciones para darles mayor verosimilitud, y aún en las figuras del primer término solamente. Yo situaría la obra hacia 1888-1890. Su procedencia extranjera, aunque no sea una circunstancia concluyente, es un dato más que abona la posibilidad de su elaboración durante la época parisina del pintor.

Sin duda ésta es una pieza lejanamente tributaria de Le déjeuner sur l’herbe de Manet, aunque un cuarto de siglo posterior, cuando estos temas ya habían pasado a formar parte de lo que en el mundo teatral llamaríamos el repertorio. Estilísticamente es una pintura también condicionada por el impresionismo: la hierba, los árboles, el agua del río, los celajes, están tratados con pincelada nerviosa, ágil y espontánea, y con un colorismo limpio y fresco, sin mezclas cromáticas; aunque el dibujo de la escena, muy contenido y meditado, impida ningún tipo de desmadre compositivo, y el acabado ilusionista de las caras de las dos figuras de la derecha y de la magnífica espalda de la figura central, garanticen un buscado compromiso de Millares con la tradición. La sombrilla, elemento muy grato al Millares maduro, tiene aquí un protagonismo muy destacado al culminar la figura cimera de la composición, y su color rojo le confiere un acento de gran intensidad. Es un cuadro, como siempre los de Millares, que más que tener un gran peso individual, parece formar parte de un gran friso, de una serie. Más que pintor de obras únicas sublimes, Miralles es un artista que nos describe ambientes a través de numerosas pinturas de mediano o pequeño calibre. Su vinculación con Adolphe Goupil, el gran marchante internacional de arte, que administraba cuadros de tamaño manejable a una amplia clientela de la burguesía, favorecía que su productividad profesional fuera de carácter más masivo que singular. Este mismo destino de sus trabajos regulaba posibles excesos del pintor en la expresión de su realismo, y así las pinturas de Millares serán siempre una visión estilizada y elegante de la realidad, aun cuando reflejen aspectos más o menos populares.

Francesc Fontbona