Mientras esto sucedía en Cataluña, en Europa soplaban otros vientos. Lejos de la pugna decimonónica entre romanticismo y clasicismo –a la que fue fiel el noucentisme–, las vanguardias que surgieron en Europa en torno a 1905 supusieron la superación de ambos extremos y la búsqueda de nuevas vías de experimentación plástica al margen del pasado. Aunque asentados en Francia, artistas españoles como Pablo Picasso, Juan Gris y Joan Miró –presentes en la exposición–participaron activamente en este proceso.
Dos grupos de obras ilustran este recorrido por las vanguardias de la primera mitad del siglo XX. El primero está dedicado al momento fundacional del arte contemporáneo antes del fin de la Primera Guerra Mundial, y en él se pueden ver obras fauves, cubistas y simultaneístas de Georges Braque, Picasso, Juan Gris y Robert Delaunay. El segundo se centra en un periodo posterior, el final de los años treinta, y corresponde a un momento de síntesis de los grandes movimientos artísticos vigentes como la abstracción y el surrealismo; a él cabe adscribir las obras de Miró, Willi Baumeister, Joaquín Torres-García y Wifredo Lam.