František Kupka
Pintalabios
1908-
Óleo sobre lienzo
63,5 x 63,5 cm
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Musée national d’art moderne-Centre de création industrielle. Donación de Eugénie Kupka, 1963
Unos últimos toques de carmín completan una máscara efímera, que despersonaliza tanto como identifica, que buscando embellecer, afea y deforma, que se superpone al rostro y también se funde con él, que al retirarla arrastrará con ella una apariencia prevista para ser mirada por otros. Y es que este cuadro del pintor checo František Kupka (1871-1957) muestra algo más que una escena cotidiana de intimidad femenina. Como en otras obras de la misma serie, realizada en París entre 1908-1910 en un estilo próximo al fauvismo (anterior a su giro hacia la abstracción en los años diez), el maquillaje que camufla los rasgos de la protagonista permite, sin embargo, identificarla con una prostituta, pues solamente las mujeres de la calle lo utilizaban entonces. Resulta exagerado porque, como el de un payaso o un actor de teatro kabuki japonés, parece querer ser una careta, un disfraz que transforma la identidad individual de una mujer anónima en ejemplo de una «clase», de un colectivo social, una profesión o un estigma compartido. Las pinceladas gestuales, muy pastosas y emborronadas, y las luces y sombras de colores estridentes acentúan lo artificial y grotesco de ese rostro provisional.