Museo Carmen Thyssen

Esta exposición propone un extenso recorrido por un período cronológicamente breve y creativamente intenso en el que, bajo la forma de una figuración realista, se desarrolló en España el primer impulso verdaderamente decidido hacia la renovación (y aun la vanguardia) artística y hacia la ruptura con el arte decimonónico.

Con el inicio del siglo XX, las vanguardias históricas cuestionan todas las certezas del arte precedente y su revolución alcanza también a la representación realista que, conservando su concepto figurativo, cambia en todo lo demás. Esta transformación acontece en la Europa de entreguerras como reacción a los ismos y como continuidad de una modernidad que, manteniendo su intención de novedad y escisión con el pasado, pretende «retornar al orden» visual. En España, donde los ecos de la vanguardia europea llegan con retraso, estos nuevos realismos serán, desde finales de los años diez, el inicio de la renovación abanderada desde Barcelona y Madrid, pero rastreable en muchos otros lugares. Un panorama de apenas dos décadas de promesas de futuro y sueños de cambio interrumpidos abruptamente por la guerra civil.

El universo figurativo, real a simple vista, que se despliega en las 86 expuestas se ha agrupado en géneros tradicionales –espacios (paisajes, escenas en interiores), sujetos (retratos y desnudos), objetos (naturalezas muertas)–, pero es también una invitación a buscar una mirada nueva, la que se dirigiría a una realidad recién creada, nacida, en este caso, del cataclismo vanguardista. Entornos urbanos y fabriles, rurales o idílicos son los escenarios silenciosos, con atmósferas nítidas en las que parece faltar el aire, de un mundo poblado por figuras de gestos congelados, como atrapadas bajo una capa de cera que las convierte en maniquíes, y donde los objetos resultan exasperantemente táctiles.

Imagen:
Salvador Dalí, Retrato de Anna Maria, 1924, óleo sobre lienzo, 102 x 76 cm.
Ars Casacuberta Marsans. © Salvador Dalí, Fundación Gala-Salvador Dalí, VEGAP, Málaga, 2022

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