Baile Flamenco
Ricard Canals i Llambí

Baile Flamenco

s.f.
  • Óleo sobre lienzo

    61,5 x 74,5 cm

    CTB.2000.47

  • © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en préstamo gratuito al Museo Carmen Thyssen Málaga

Ricard Canals forma parte del grupo más inquieto de pintores catalanes surgidos tras el modernismo. En lo que yo he llamado desde hace años la generación postmodernista. Íntimo amigo de Isidre Nonell, compartió con él estudios en la Llotja de Barcelona y formó parte de la Colla del Safrà (Grupo del Azafrán), conjunto de jóvenes pintores en el que también estaban Joaquim Mir, Ramon Pichot, Adrià Gual y Juli Vallmitjana, estos dos últimos tanto pintores como futuros dramaturgos de gran personalidad.

También con Nonell descubrió el Pirineo (en 1896) y luego París, adonde fueron ambos en 1897. Expuso en los Salones d’Automne y du Champ-de-Mars, en la XV exposición des Peintres Impressionistes et Symbolistes, y ya en 1898 –siempre junto a Nonell– realizó una exposición en la galería Le Barc de Boutteville.

Desde el principio, Canals basó su presencia en las exposiciones parisienses en una temática que él era consciente que tenía un atractivo especial en Francia desde el romanticismo: el folclore tópico meridional español, o sea, baile flamenco, guitarristas, toreros, cigarreras de Sevilla –cita literal del clásico Carmen de Mérimée–, etc. Él conoció directamente este mundo en un par de viajes por Castilla la Nueva y Andalucía, uno poco antes de su marcha a París y otro entre 1898 y 1899.

En París, adonde regresó, entró en la órbita del marchante Paul Durand-Ruel, con el que se puso en contacto en 1900. El que fuera gran promocionador de los pintores impresionistas daría un empujón muy importante a la carrera de Canals, y lo hizo viajar de nuevo a Madrid, Toledo y Andalucía, en 1900-1901, a Madrid y Galicia en 1902-1903, y a Granada en 1905, para producir nuevas españoladas pintadas in situ. En 1904 Canals acogió en París a su joven amigo Pablo Picasso, que acababa de instalarse definitivamente allí, y entre otras cosas sería su mentor en el campo del grabado al aguafuerte. El propio Durand-Ruel organizó exposiciones a Canals no sólo en París sino también en Nueva York, ciudad en la que el nombre del pintor catalán todavía tenía cierta presencia en galerías de arte en los años finales de la vida del artista, cuando éste ya se había desligado de su antiguo marchante. De hecho, a partir de 1906, año del regreso definitivo de Canals a Barcelona, los temas folclóricos descendieron acusadamente en su pintura, y su estilo se orientó hacia un postimpresionismo afrancesado de temática elegante y a veces alegórica.

El presente óleo pertenece de lleno a la etapa parisiense de la carrera de Canals, aunque es difícil hoy por hoy fijar una fecha concreta de realización, pues la evolución estilística de aquel Canals es bastante imperceptible, y temas que encajan con el presente, titulados Café-concert en Espagne, Le café-concert espagnol o Café-concert à Seville, los expuso Canals en París varias veces entre 1897 y 1906. Diría sin embargo que más que una obra de los momentos iniciales, marcados por un cierto expresionismo, se trataría de una pieza pintada ya en el nuevo siglo, cuando su factura se había dulcificado algo más y su colorismo era más vivo, por lo que su cronología más convincente oscilaría entre 1901 y 1904, año éste en el que el pintor empezaría a reintroducir en su obra temas que se apartaban del folclorismo hispánico, lo que le llevaría a asimilarse con bastante facilidad al noucentisme.

Francesc Fontbona