Enrique Martínez Cubells
La vuelta de la pesca
c. 1911-
Óleo sobre lienzo
84 x 105 cm
CTB.1997.100
-
© Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en préstamo gratuito al Museo Carmen Thyssen Málaga
Recoge la escena el momento del regreso de la pesca en un rincón portuario cualquiera, cuando un grupo de pescadores, arriadas y plegadas las velas de la barca, recogen los enseres y guardan los remos. Mientras, un grupo de mujeres espera, junto a unos canastos de mimbre, dos sentadas en el muelle y otra de pie con un niño en brazos. Al fondo, a la derecha, vemos otro personaje sentado, con sus piernas colgando, también junto a un canasto.
El lienzo que aquí se presenta es un excelente ejemplo del tema de la vuelta de la pesca, que en numerosas ocasiones trató el pintor madrileño. De hecho está próximo, con ligeras variantes, al que le valió una primera medalla (la segunda en su haber) en la Exposición Nacional de Bellas Artes en 1912, que conserva el Museo de Bellas Artes de Málaga por depósito del Museo del Prado desde octubre de 1931, firmado igual que éste y además fechado en 1911.
De medidas exactas al del Museo del Prado, se diferencian ambos, fundamentalmente, por la presencia en éste de los mencionados canastos, por las mujeres del muelle y por la inexistencia tanto de la barca que aparece por la izquierda del lienzo como la de un segundo pescador, que aparece en la versión del Prado en la popa de la barca del centro. Además, apareció en colección particular, dada a conocer en su exposición monográfica, otra versión del tema, de tamaño bastante menor, que conjuga los elementos de uno y otro.
Como decíamos, el asunto portuario de la vuelta de la pesca fue afrontado en innumerables ocasiones por nuestro pintor. Fue a comienzos de la segunda década del siglo XX cuando Enrique Martínez Cubells vendió en tierras americanas un gran número de lienzos con esta temática portuaria, al cosechar un notable éxito con su participación en las exposiciones del Salon Philipon de Buenos Aires en 1912 y en la IV Exposición de Arte Español de Río de Janeiro un año más tarde. También en 1916 consiguió un gran premio con La vuelta de los pescadores en la Internacional de Panamá, pudiéndose también ver obras con este asunto entre las cuarenta y ocho que presentó en la Sala Jansen, dos años después en Montevideo y poco más tarde en el Salón Costa.
Pero fue a principios de siglo, entre 1903 y 1905, cuando nuestro pintor descubrió realmente su pasión por los puertos en sus viajes por Holanda y la Bretaña francesa, como bien refleja en el espléndido Pescadores bretones que conserva el Museo de Bellas Artes de Río de Janeiro. Gracias a sus constantes viajes al Cantábrico conservamos también interesantes lienzos, como el de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Regreso de la pesca, indistintamente titulado como Pescadores del Cantábrico.
Con estos antecedentes es difícil identificar el puerto que aquí se representa. Aun así, nos atrevemos a aventurar la posibilidad de que se trate del de la localidad de Bermeo, donde el pintor pasó alguna temporada, al compararlo con dos lienzos, ambos de casi idénticas dimensiones a éste y por ende al del Museo del Prado, ambientados en similar ambiente portuario, presentados en la mencionada exposición del pasado 2003 (n.os 30 y 32), titulados Lobos de mar (Bermeo) , de colección particular, y Trabajo rudo, de la colección Pedro Masaveu (por depósito en el Museo de Bellas Artes de Asturias).
El punto de vista alto, de arriba hacia abajo, responde seguramente a la toma fotográfica que el propio Martínez Cubells realizaría, y que le serviría, como prueba la colección de fotografías tomadas por el pintor conservadas por la familia, para el lienzo en cuestión. En alguna de ellas podemos observar el brillo propio de las aguas verdes estancadas, brillo en el que alguien quiso ver cierto aspecto denso y oleoso.
Realmente consigue Martínez Cubells transmitirnos en este tipo de lienzos cierto intimismo, pues en palabras de Felipe M.ª Garín, el pintor «supo formular una nueva temática algo intermedia entre el cuadro de interior y la marina; el mar aparece como confinado en puertos y ensenadas, y aun reducidos “rincones” de unos y otras».
Vicente Samper