Palacio de Villalón
La sede del Museo hace que, al valor del contenido – la colección Carmen Thyssen de pintura española y andaluza del siglo XIX y comienzos del XX–, se sume la significación del continente: un destacado conjunto arquitectónico donde los edificios históricos, recuperados para este fin, conviven con la moderna arquitectura de las construcciones creadas ex profeso para completar las dotaciones del espacio museístico, y que globalmente se presenta como conjunto de carácter unitario y armónico, plenamente identificado, donde tiene cabida al mismo tiempo la singularidad de cada elemento.
Paralelamente, las intervenciones abordadas para el establecimiento del museo –llevadas a cabo por el estudio de arquitectos RG+ASOCIADOS y promovidas íntegramente por el Ayuntamiento de Málaga– suponen una puesta en valor del entorno urbano en el que se ubica: un área clave de la arquitectura renacentista malagueña del siglo XVI, en el centro histórico de la ciudad, asentada sobre la urbe romana e inserta en la trama musulmana de la ciudad.
De las edificaciones históricas del conjunto museístico, la de mayor relevancia es el palacio de Villalón, una residencia nobiliaria de finales del siglo XV-comienzos del XVI, reformada y ampliada en el XVIII por la familia Villalón, de quien toma el nombre. Situado en la calle Compañía, el edificio experimentó varios cambios de propiedad y uso a lo largo del siglo XIX, que supusieron diversas modificaciones –la más traumática, en los años sesenta del pasado siglo, con sus aires de modernización que ocultaron los vestigios históricos de la edificación– y que han demandado actuaciones arquitectónicas de diferente orden para reintegrar a la edificación palaciega el equilibrio espacial que tenía en su origen. A raíz de los estudios realizados para su rehabilitación, se ha apostado por la recuperación del palacio restituyendo sus trazas originales: se vuelve a formalizar el patio completando el frente oeste desaparecido; se recupera la presencia de arcadas y columnas de mármol ocultas o incluso desaparecidas; se rehace la galería de planta primera de acuerdo con los vestigios encontrados y conforme al modelo de edificaciones similares de la época; se restaura e integra la portada interior de corte renacentista aparecida en la galería de patio de planta baja; se restaura el ajimez sobre la escalera y se recuperan las fachadas originales rehaciendo su portada principal de acceso, también de época renacentista, sobre la que se encuentra el escudo nobiliario de sus antiguos propietarios, con el blasón, entre otros, del apellido blasones Villalón en el campo superior izquierdo.
Esta portada renacentista recuperada, marca la entrada al palacio, en el que destaca la riqueza de los techos artesonados y las armaduras de lacería de sus salones, y que se estructura en dos plantas alrededor de un patio principal, con galerías formadas por arcadas y columnas, y un segundo patio que reintegra parte de un antiguo adarve. De él emerge la torre de la iglesia del Santo Cristo de la Salud, que, eliminadas las edificaciones que la ocultaban, queda integrada visualmente en el museo. También se recupera un pequeño torreón cuya fachada permaneció oculta más de un siglo por la edificación contigua, así como un singular elemento inscrito en la construcción medieval, la algorfa, especie de sobrado que comunica dos edificaciones. Este paso, al tiempo que recupera su significado histórico y enmarca la calle sobre la que está construido, pasa a ser un elemento esencial como articulador entre los usos expositivos y administrativos del museo.
El lenguaje contemporáneo de los edificios de nueva planta anexos al palacio se despliega de forma sobria y contenida albergando los cuerpos expositivos, de volúmenes limpios y rotundos, y cuya distribución configura tres salas destinadas a albergar la colección permanente y las exposiciones temporales. Completando las construcciones recuperadas, un singular edificio del barroco malagueño, adosado a los nuevos volúmenes, se rehabilita para albergar las oficinas de la Fundación Palacio de Villalón, gestora del museo.
Pero la incorporación de la historia de Málaga al nuevo museo trasciende el hecho de recuperar las citadas edificaciones para remontarse a los orígenes mismos de la ciudad. En los solares que hoy ocupa el Museo se han localizado vestigios arqueológicos de una villa romana compuesta de espacios habitacionales y domésticos y una almadraba (factoría de conservas de pescado), cuyos orígenes se sitúan en el siglo I d. C. y que con sucesivas modificaciones estuvo en uso hasta el V. En el conjunto destaca una fuente monumental, acaso un ninfeo, con decoración pictórica mural.
En cuanto a su extensión, el conjunto del museo cuenta con una superficie total de 7.147 m2, de los cuales 5.185 m2 son de uso expositivo, distribuidos entre la exhibición de la colección permanente –planta baja, primera y segunda– y las salas para muestras de carácter temporal –tercera planta–; 612 m2 están ocupados por la Fundación Palacio de Villalón, y 1.350 m2 se destinan a las dependencias administrativas y a los diversos servicios del museo, entre los que se cuentan el aula didáctica, el salón de actos, la tienda o la cafetería.
En conjunto, el espacio del museo atiende, tanto desde el punto de vista formal como funcional, a distintas dimensiones: por una parte, la puesta en valor del propio palacio, que se convierte en un elemento museístico en sí mismo; por otra, el diálogo que establecen con él los nuevos espacios para albergar, unos, los contenidos de arte y, otros, los servicios administrativos del museo; junto a ello, el visitante accede a la historia de Málaga a través de las vistas inéditas que ofrece el mismo recorrido expositivo, que, igualmente, integrará próximamente el yacimiento arqueológico que da acceso a los orígenes de la ciudad.