Artistas
Emilio Ocón y Rivas
Peñón de Vélez de la Gomera, 1845 - Málaga, 1904
Emilio Ocón y Rivas es el fundador de la Escuela de Marinistas del centro pictórico malagueño del siglo XIX. Aunque nació en el Peñón de Vélez de la Gomera, el 21 de diciembre de 1845, su traslado a Málaga desde muy pequeño y los orígenes malagueños de su familia lo vinculan estrechamente a esta ciudad. De hecho, junto a Denis y a Martínez de la Vega, constituyen el trío que, al amparo de Bernardo Ferrándiz y del impulso que éste dio a la pintura y al arte en la ciudad, gestan lo que será uno de los principales centros de desarrollo de la pintura decimonónica española.
En 1857 ingresa como alumno en la Escuela de Bellas Artes, en donde comienza su formación artística al amparo de los profesores Antonio Maqueda y Ángel Romero, demostrando su aprovechamiento al obtener una «distinción» en la sección de «cabeza».
Paralelamente y por una gran afición al mar, estudia náutica durante 1860-1863. Dotado de una gran habilidad en el dibujo de barcos, es recomendado a Carlos de Haes en Madrid, a donde marcha a estudiar, matriculándose en sus clases de la Escuela de San Fernando. Sus estudios son sufragados por la Diputación de Málaga que crea para él una beca que disfruta entre 1868 y 1870. Por iniciativa de Haes completa sus estudios en los Países Bajos, en donde fue alumno de Jean-Paul Clays y Louis Hendrych. Finalizada la pensión se instalaría en Málaga en donde comienza el ejercicio de la profesión compartiendo estudio con Denis y Martínez de la Vega.
En 1871 comienza una trayectoria oficialista participando, por primera vez, en una Exposición Nacional con tres marinas: Vista de Málaga en un día de calma, La calma en la desembocadura del Escalda y Puerto de Málaga en un día de calma, consiguiendo una mención honorífica con la primera. En 1873, en la Exposición Universal de Viena, consigue medalla de primera clase, y en 1883 intenta obtener una plaza de pensionado en Roma sin éxito.
Instalado en Málaga desde 1870, formará parte del círculo de intelectuales que activan la cultura local, participando en su gestión como vicepresidente de la sección de Pintura y Escultura del Liceo de esta ciudad, como jurado en el premio Barroso del Ayuntamiento, y como artista en las exposiciones que organizan distintas instituciones. Así, en la del Liceo de 1872, asiste con varias marinas, algunas representando vistas de los Países Bajos. Colabora también en la del Ayuntamiento de 1880, y en otras de 1883 o 1899, siempre con marinas bien de ambiente local o de aquellas que trabajó en sus estancias europeas.
En 1877, y como consecuencia de la llegada de Alfonso XII, se le encarga un cuadro que representa La llegada de Colón a América para el quiosco de desembarco del rey, y participa en la exposición que se monta en su honor con El desembarco de los restos del Exmo. Sr. D. Martín Larios (por todo ello, se le recompensa con la gran cruz de Isabel la Católica). En 1887 participará con una Marina bíblica en el álbum enviado al papa.
Su relación con la docencia comienza en 1875 ganando una ayudantía auxiliar para impartir clases de la asignatura de Dibujo Aplicado a las Artes y a la Fabricación en la Escuela de Bellas Artes de Málaga. En 1883 se creará, a costa de la Diputación, la cátedra de Paisaje, que él dirigirá hasta su muerte.
En 1893 se reconocerá el prestigio de Emilio Ocón como artista y profesor, nombrándole académico de San Telmo, para dos años más tarde, en 1895, darle el Ayuntamiento su nombre a una calle de la ciudad.
Paralelamente a su actividad pictórica, trabajará en el arte de la ebanistería, realizando marcos y artesonados que alcanzaron gran cotización. Asimismo, diseña vidrieras, dejando algunas muestras, hoy desaparecidas, en las parroquias de Marbella y Coín, y emprende la restauración deLa Transfiguración del Señor de la catedral de Málaga.
Ocón murió el 9 de julio de 1904 a causa de una dolencia hepática producida por la ingestión de pigmentos pictóricos, como consecuencia de la costumbre que tenía de mojar los pinceles con la boca.
Teresa Sauret Guerrero