Artistas

Evaristo Valle

Gijón, 1873 - 1951

  • Desnudo I

    c. 1945
  • Desnudo II

    c. 1945

Evaristo Valle es la personalidad más destacada y moderna de una brillante generación de pintores asturianos del fin de siglo. Su afición por el arte se hizo patente a muy temprana edad. En 1883 la familia se traslada a Puerto Rico donde el padre es nombrado magistrado, escribe el pintor en sus notas autobiográficas que: «Allí bajo su dirección comencé a pintar sobre tablitas, todo lo que mi padre colocaba sobre la mesa: una botella, una copa, un plátano». La muerte repentina del padre en 1884 hace regresar a la familia y le impide recibir una enseñanza académica, convirtiéndose en un pintor tardío y autodidacta.

En 1898 se trasladó a París con el objeto de perfeccionar su arte trabajando de dibujante litógrafo en la Casa Camus. En la capital francesa se relacionó con Urrabieta Vierge (1851-1904), gran dibujante español consagrado en Francia que apreció la obra de Valle y que le influye positivamente. Al concluir los preparativos para la Exposición Universal de 1900 escasea el trabajo y Valle visita Bélgica, Holanda e Italia. Después regresa a Gijón, donde reanuda su colaboración con la litografía Mencia y Paquet.

En 1903 realiza una exposición en el Instituto Jovellanos de Gijón. El director de El Heraldo de Madrid, Francos Rodríguez, descubre con admiración su pintura. El Ayuntamiento de Gijón le concede una pensión para ir a París, pero se la retira en 1904 al difundirse la noticia de que estaba pintando en Noreña, donde había pasado una temporada gozando de sus paisajes. En París coincide con Aurelio Arteta, Anselmo Miguel Nieto y Cristóbal Ruiz, con el que establece estrechos lazos de amistad. También traba contacto con el periodista Luis Bonafoux y con Ignacio Zuloaga. La supresión de la beca y penuria económica determinaron su vuelta a Gijón en 1905, donde trabaja en su estudio composiciones al óleo y al gouache. Es importante no soslayar su versatilidad en cuanto al empleo de diferentes técnicas pictóricas. Valle empieza distanciarse de la pintura tradicional, ignora Madrid porque según él no siente el arte nuevo y comienza a alumbrar figuras de gran carácter y acentuado lirismo.

En 1908, animado por las ventas de cuadros, marcha por tercera vez a París. Allí encuentra a viejos amigos como Cristóbal Ruiz y conoce ahora a Vázquez Díaz y a Amedeo Modigliani. Aunque en París las cosas no le iban mal pintando retratos, sorprendió a sus amigos con al idea de celebrar una exposición en Madrid. La muestra tuvo lugar en la Sala Iturroz, donde presentó retratos, cuadros ambientados en París y Asturias y obras de temática social.

Lafuente Ferrari considera en su importante trabajo biográfico que la personalidad de Evaristo Valle era «singular, refinada y rara». La timidez de Evaristo Valle, exteriorizada en forma de tartamudez persistente, levantó un muro defensivo en torno a su persona que le conduciría inevitablemente al enclaustramiento y a la melancolía. A causa de su extrema sensibilidad y de sus neurosis padeció varias crisis de agorafobia que le mantuvieron encerrado durante largos períodos. Por otra parte, el hecho de ser un pintor tardío y autodidacta aumentó su inseguridad. Pero el ambiente provinciano de Gijón provocaba en Valle muchas veces una sensación de malestar que le impulsaba a viajar. Las salidas al exterior ponen de manifiesto una tendencia cosmopolita frustrada que redujo su vena bohemia a una aventura apasionante pero netamente interior.

De 1911 a 1936 se puede hablar de un período de plenitud en el que se establecen las características estilísticas y temáticas de Valle con una pintura inconfundible y muy personal. Valle cultivó con insistencia una serie de temas que forman series, entre las que podemos mencionar las de los palcos, con un tratamiento expresionista de las figuras y humor sarcástico que procede, como apuntó Lafuente Ferrari, de Toulouse Lautrec; las carnavaladas, quizá la más representativa de su producción; la de temática social, en la que caben incluir los ciclos de vagabundeos o haraganes; el tema minero, la crítica social; el paisaje, éste puede parecer desnudo o generalmente como fondo de otros asuntos, pero Valle siempre lo trata con especial atención; el tema campesino, el tema marinero y el caribeño. El retrato es una faceta que nunca abandonó y en cuya ejecutoria destaca como un auténtico maestro. En 1922 realizó una exposición en el Palacio de Bibliotecas y Museos de Madrid, comisariada por el crítico José Francés, que fue otro de sus grandes apoyos. En 1928 viajó a Londres y en 1929 a La Habana. Evaristo Valle era una persona cultivada, su pasión por al pintura no impidió que realizará incursiones literarias. En 1946 entró en contacto con Lafuente Ferrari para la realización de su biografía, siendo un proyecto que le ilusionó y dio ánimos. Aunque el arte de Valle hundía sus raíces en el mundo decimonónico fue a la vez profundamente moderno. Su alejamiento progresivo del lastre que suponía un costumbrismo de herencia naturalista, así como del regionalismo realista al uso, le permitió evolucionar hacia la creación de un estilo personalísimo que no tuvo continuidad tras su fallecimiento.

Francisco Javier Pérez Rojas