Artistas

Mariano Fortuny Marsal

Reus, 1838 - Roma, 1874

  • Paisaje norteafricano

    c. 1862
  • Corrida de toros. Picador herido

    c. 1867

Mariano Fortuny es, indiscutiblemente, el artista español más internacional de todo el siglo XIX y el gran maestro de la pintura preciosista de gabinete en toda Europa. Su arte marcó decisivamente el gusto del mercado y la clientela de su tiempo por el tableautin de anecdóticas escenas de género, extendiéndose la huella de su influencia a una enorme cantidad de discípulos, seguidores y meros imitadores de su obra.

Nacido en Reus (Tarragona) el 11 de junio de 1838, su padre era carpintero, quedando huérfano a edad muy temprana, pasando entonces a la tutela de su abuelo paterno, escultor en cera y madera. Tras sus primeros estudios en la Escuela de Dibujo de Reus, marchó con su abuelo en 1852 a Barcelona, donde ingresó gracias a una beca en la Escuela de la Llotja, siendo desde el año siguiente discípulo del maestro nazareno Claudio Lorenzale (1815-1889), cuyo estilo influyó visiblemente en sus obras juveniles, destacando muy pronto entre los jóvenes de su generación por sus excepcionales cualidades artísticas.

Gracias a una pensión de la Diputación de Barcelona, marcha en 1858 a Roma, ciudad que apareció ante sus ojos como «un vasto cementerio visitado por extranjeros» y que sería decisiva para el resto de su vida y su carrera. Realizó entonces una enorme cantidad de dibujos, y asistió a la Accademia Chigi, entrando además en contacto con la colonia de artistas españoles que vivían en Roma, con quienes frecuentaba el café Greco.

En 1860, la Diputación de Barcelona le encarga marchar a Marruecos como cronista gráfico de la guerra de África, quedando desde entonces cautivado por el mundo árabe, de capital importancia en su arte posterior. A su regreso a España pasa por Madrid, copiando en el Museo del Prado algunas obras de los grandes maestros de la pintura española, actividad de la que es espléndido testimonio la soberbia copia que hizo a la acuarela del Menipo de Velázquez (Madrid, Museo del Prado) y que conservó en su poder durante toda su vida.

De regreso a Roma, pasa por París para estudiar las pinturas de batallas de Horace Vernet, a fin de realizar, por encargo de la Diputación de Barcelona, una gran pintura sobre la batalla de Tetuán, obra de gran empeño y esfuerzo, para la que realizó infinidad de estudios y apuntes elaborados durante largos años.

A tal fin, regresa a Italia y hace un nuevo viaje a Marruecos en 1862, aprendiendo el idioma y vistiendo indumentaria árabe para hacerse pasar por nativo. Realiza en ese tiempo algunas de sus obras más conocidas, como la Odalisca y la acuarela titulada Il Contino, que envía a Barcelona como prueba de aprovechamiento de su pensión mientras concluye el encargo.

Establecido en esos años en su nuevo taller romano de Via Flaminia, Fortuny ya había alcanzado por entonces un enorme prestigio internacional gracias a la extraordinaria maestría de su arte, de una calidad y virtuosismo excepcional en el panorama de la pintura europea de la época.

Finalmente, la Diputación de Barcelona suprime la pensión concedida al pintor por incumplimiento del encargo de La batalla de Tetuán, hoy en el Museu Nacional d’Art de Catalunya, que tardaría toda su vida en concluir, permaneciendo siempre en su estudio, y pasa entonces bajo la protección del duque de Riánsares, esposo morganático de la reina María Cristina de Borbón, pintando para uno de los techos de su palacio parisino un lienzo con Isabel II y María Cristina pasando revista a las tropas (Madrid, Museo del Prado).

En 1867 se casa en Madrid con Cecilia Madrazo, hija del gran retratista Federico de Madrazo (1815-1894), entrando entonces en contacto con su cuñado Raimundo de Madrazo (1841-1920), con quien establecería una estrecha y fecunda amistad, llegando a pintar algunos cuadros juntos. Ese mismo año realiza una de sus grandes obras maestras, La vicaría (Barcelona, MNAC), que provocó de inmediato un enorme éxito desde el momento de su exposición en el estudio romano de Fortuny y luego en el establecimiento de su marchante Adolphe Goupil en París, en 1871.

En esos años hace nuevos viajes, visitando Sevilla y Granada, ciudad que recorre en compañía de dos de sus amigos más íntimos: el paisajista Martín Rico (1833-1908) y Joaquín Agrasot (1837-1919), con quienes descubre el encanto de la cerámica de reflejos dorados, las armas y toda la artesanía de origen árabe, disfrutando en esta etapa de los mejores días de su vida, según su propio testimonio.

Pasa después una temporada en Portici, donde alquila la villa Arata, contrayendo entonces una malaria que será el origen de la enfermedad que le causará su prematura muerte, ocurrida en Roma, el 21 de noviembre de 1874.

Maestro extraordinariamente famoso y prestigiado durante toda su carrera, su muerte y entierro fue uno de los acontecimientos más sentidos de la Roma de la época, exponiéndose su cadáver en la iglesia de Santa Maria del Popolo.

José Luis Díez