Artistas

Rafael Benjumea

Sevilla, 1825 - 1888

  • Galanteo en un puesto de rosquillas de la Feria de Sevilla

    1852
  • Baile en una venta

    1850
  • En las afueras de Sevilla

    s.f.

Nace en Sevilla, alrededor de 1825, e inicia su formación artística en 1845 en la Real Academia de Nobles Artes de Santa Isabel de la capital hispalense, siendo alumno aventajado –según los anales de la Academia– de la clase de Natural y «primer premio y calificación de sobresaliente en los estudios superiores de la misma Escuela», según afirma el mismo artista en el catálogo de la Exposición Nacional de 1884.

En 1848, con la instalación de los duques de Montpensier en el sevillano palacio de San Telmo, se acoge al mecenazgo artístico que don Antonio de Orleans instaura en la capital andaluza, recibiendo en 1849 el encargo de plasmar en lienzo dos acontecimientos muy celebrados en la vida familiar de los Montpensier: El bautizo y La presentación a los testigos de la infanta doña Isabel de Orleans y Borbón, primera hija de los duques y futura condesa de París. Dichos cuadros, que adornaron durante años los muros de la biblioteca de los Montpensier y hoy se conservan en el Patrimonio Nacional, son una verdadera crónica de tal evento ya que, con una minuciosidad sorprendente, están plasmados no sólo los escenarios en que se desarrollaron –la capilla y el salón regio del Alcázar sevillano– sino todos y cada uno de los personajes que asistieron a ambas ceremonias.

En 1850 se traslada a Madrid y comienza a presentarse a las exposiciones de la Academia de Bellas Artes de San Fernando con pequeños cuadros costumbristas. Participa también en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, con dos retratos en la primera edición del año 1856, y con diversos retratos y cuadros de género en las de 1858 y 1860. En esta última recibió una mención honorífica por el Episodio de la guerra de África, cuadro más cercano al género anecdótico que al histórico, a pesar de su título.

Reconocida su habilidad pictórica para los retratos colectivos, es llamado a Palacio para plasmar, a modo de documentos de época, los acontecimientos familiares más singulares de la corte, y así, a lo largo de trece años en que ejerció –aunque sin nombramiento– el cargo de segundo pintor de cámara, realizó, además de retratos de dignatarios y diplomáticos, efemérides tan notables como El bautizo y La presentación de la princesa de Asturias, El bautizo de la infanta Concepción, Los reyes Isabel II y Francisco de Asís adoran el Lignum Crucis en el patio de los Reyes del monasterio de El Escorial, El bautizo –cuyo boceto presentó en la Exposición Nacional de 1864– o La presentación del príncipe de Asturias; cuadros estos últimos en los que se comprometió a pintar 139 retratos, aunque según el propio pintor fueron «211 retratos tomados directamente del natural».

También se dedicó a pintar a la acuarela y al pastel, presentando con esta última técnica dos retratos en la Exposición Nacional de 1884, en cuyo catálogo da una extensa relación de todos los títulos y condecoraciones conseguidas a lo largo de su vida: «Condecorado por el Gobierno de S.M. con la Encomienda de número y ordinaria de la Real orden americana de Isabel la Católica; caballero de la Real y distinguida orden de Carlos III; comendador, cruz y placa de la Real orden militar portuguesa de Nuestro Señor Jesucristo; caballero, cruz y placa de la orden pontificia, militar y ecuestre del Santo Sepulcro; gran medalla de oro del Príncipe de Gales; vocal permanente de la subcomisión de esta corte para la erección de la estatua a Murillo; y comisario regio que ha sido de España en Londres para las Exposiciones internacionales».

La última referencia biográfica conocida es la de 1887 en que, domiciliado en Madrid, envía a la Exposición Nacional de ese año tres óleos: La Eva del día, Retrato D.N.D.B. y La portada del baptisterio de la catedral de Sevilla y procesión de la Santa Cruz, y una escena de género a la acuarela, titulada A pillo, pillo y medio.

Ana Gutiérrez