Rafael Benjumea
En las afueras de Sevilla
s.f.-
Óleo sobre lienzo
38 x 65 cm
CTB.2013.120
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© Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en préstamo gratuito al Museo Carmen Thyssen Málaga
La intensa vitalidad de las clases populares sevillanas a mediados del siglo XIX fue motivo de inspiración para los pintores de esta ciudad a la hora de realizar numerosas obras de carácter costumbrista en las que se describía con precisión los usos y costumbres de las gentes de humilde condición social.
En esta pintura que comentamos se describe un episodio cotidiano que acontecía en las salidas y entradas de la ciudad, donde había numerosas ventas que atendían a aquellos que allí se detenían, viajando a caballo para recuperar fuerzas después de un largo viaje o también para servir a aquellos agricultores y hortelanos que trabajaban en las dilatadas tierras de cultivo que rodeaban la ciudad.
La cercanía de la población se adivina a lo lejos, donde aparece un torreón de las murallas y un lienzo de las mismas. La escena se desarrolla, por lo tanto, en un paraje próximo a Sevilla, delante de un chamizo de madera cubierto con paja, donde se sirve bebida y comida que aliviase sobre todo la sed de los transeúntes y eliminase el polvo del camino que resecaba sus gaznates.
Caballistas y gente de paso protagonizan por lo tanto la pintura, advirtiéndose que los primeros no descabalgan para beber, sino que lo hacen a lomos de sus monturas, como se constata en las figuras que aparecen en la mitad izquierda de la escena.
Otros personajes no parecen tener tanta prisa, como se advierte en el grupo de siete figuras que se encuentran en la parte derecha de la composición. Allí vemos que han formado un círculo con varias sillas para explayarse a través del cante y el baile. Una muchacha toca la guitarra, mientras que otra se presta a trazar unos pasos de baile, animada por los gestos de los varones que la jalean.
En la composición de esta escena, el artista ha resuelto con habilidad el contraste de actitudes y expresiones, alternando un área estática a la izquierda y dinámica a la derecha, y también diferenciando reposo y descanso con alegría y bullicio. De la misma manera que el pintor ha contrastado las actitudes de los dos grupos que articulan la composición, también ha diferenciado claramente dos áreas lumínicas, puesto que la parte izquierda aparece en sombra, reforzando en ella la sensación de quietud y calma, mientras que la derecha se encuentra intensamente iluminada para reforzar la intensa movilidad expresiva de los personajes.
Sin ser excepcionales, los recursos cromáticos que aparecen en esta pintura están bien rimados, sobre todo a la hora de señalar la alternancia de los tonos que emanan del vestuario de los personajes, dominados en blanco y rojo y envueltos en matices más apagados y uniformes. El límpido azul del cielo que cierra el fondo de la escena contribuye también a subrayar el sentido benigno de la naturaleza, en medio de la cual las buenas gentes de condición popular se entregan a su solaz y esparcimiento.
En cuanto a las características técnicas de la pintura, se advierte que Benjumea posee una técnica dibujística, que deriva del pintor Joaquín Domínguez Bécquer, que era algo mayor que él, y que influyó en numerosos artistas de su época. Ciertamente Benjumea adapta el estilo de Joaquín Domínguez Bécquer a sus propias características expresivas, por lo que sus figuras poseen una personalidad propia y definida, que puede reconocerse con relativa facilidad. Por otra parte, Benjumea ha configurado en esta obra algunos personajes que ya aparecen en otros cuadros suyos, como puede comprobarse contemplando su obra Baile en una venta, que pertenece también a la Colección Carmen Thyssen.
Recientes investigaciones que hemos realizado nos han proporcionado datos facilitados por los actuales descendientes de Rafael Benjumea, que después hemos podido comprobar documentalmente. Hasta ahora no se conocían las fechas de nacimiento y muerte de este pintor, las cuales damos ahora como novedad, ya que en estos momentos sabemos que fue bautizado en la iglesia parroquial del Sagrario de Sevilla el 21 de julio de 1825 y que falleció en Madrid el 16 de marzo de 1888.
Enrique Valdivieso