Una cofradía pasando por la calle Génova, Sevilla
Alfred Dehodencq

Una cofradía pasando por la calle Génova, Sevilla

1851
  • Óleo sobre lienzo

    111,5 x 161,5 cm

    CTB.1996.31

  • © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en préstamo gratuito al Museo Carmen Thyssen Málaga

  • Audioguía

Pareja del cuadro que representa Un baile de gitanos en los jardines del Alcázar, delante del pabellón de Carlos V (p. *), ambas pinturas decoraban el Salón Cuadrado del palacio de San Telmo de Sevilla, residencia de los duques de Montpensier, Antonio de Orleans y Luisa Fernanda de Borbón, hermana de la reina de España, Isabel II.

Desde su palacio sevillano, los duques de Montpensier establecieron durante el reinado isabelino una verdadera corte paralela, erigiéndose en verdaderos mecenas de una gran cantidad de pintores románticos de su tiempo, no sólo andaluces sino, sobre todo, artistas viajeros venidos de Francia, quienes, dado el origen francés del duque y atraídos por el pintoresquismo exótico del tipismo romántico español, encarnado de forma suprema en los paisajes, ciudades y gentes de Andalucía, viajaron a Sevilla amparados por los Montpensier. Así, artistas como Pharamond Blanchard (1805-1873) o Adrien Dauzats (1804-1868), además del propio Dehodencq, entre otros, realizaron para los Montpensier algunas de sus obras más destacadas, que ornaron no sólo los muros de los salones del palacio de San Telmo, levantado a orillas del río Guadalquivir y rodeado del más bello jardín de la Sevilla romántica, sino también los palacios de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) y de Castilleja de la Cuesta (Sevilla), residencias temporales de los duques.

En efecto, Dehodencq llegó a Sevilla en noviembre de 1850, entrando de inmediato al servicio del duque de Montpensier, quien le mandó realizar, como primer encargo, «dos cuadros bastante grandes, que pondrían de manifiesto: uno, el aspecto religioso, y otro, el voluptuoso de España», que el artista materializó en las dos manifestaciones populares más genuinas y típicas –aparentemente antagónicas pero en realidad complementarias–, del carácter andaluz: la Semana Santa y el baile flamenco.

Así, en este lienzo, el pintor representa el paso de una procesión durante la celebración de la Semana Santa sevillana por la calle de Génova, repleta de gentío, que se agolpa a los lados de la calzada empedrada, flanqueada por hileras de damas principales, sentadas al borde de la calle y ataviadas con mantilla negra como señal de luto por la muerte de Cristo, acompañadas por distinguidos caballeros, de pie tras ellas. Desfilando ante la muchedumbre, dos hileras de nazarenos con hábito negro, portando largos hachones encendidos, escoltan el paso de Cristo crucificado de su cofradía, cuyo estandarte porta uno de ellos, seguido a lo lejos de una imagen de la Virgen Dolorosa, iluminada por un bosque de cirios y bajo palio, como es característico en las imágenes marianas sevillanas.

Además de esta pareja de lienzos, Dehodencq pintó en 1853 para los Montpensier un bellísimo Retrato de los infantes duques de Montpensier y sus hijas primogénitas, que decoraba el Patio de los Salones de San Telmo, así como un Boceto de un retrato del infante duque de Montpensier, con el hábito de gran comendador de la Orden de Calatrava , y dos episodios de la vida de los Orleans titulados Entrada en Cádiz de la reina doña María Amalia y Llegada de la reina María Amalia y de los infantes del duque de Montpensier al convento de la Rábida .

José Luis Díez