A la romería de Torrijos
Gonzalo Bilbao Martínez

A la romería de Torrijos

c. 1915
  • Óleo sobre lienzo

    107,5 x 168 cm

    CTB.1998.90

  • © Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en préstamo gratuito al Museo Carmen Thyssen Málaga

Esta pintura representa una escena de la popular romería de Torrijos, que se celebra el segundo domingo de octubre desde la localidad sevillana de Valencina de la Concepción a la Hacienda de Torrijos. En primer término una pareja a caballo sigue, sobre el camino de arena, a una carreta engalanada con banderas españolas, bandas y cintas, en la que cinco muchachas cantan y se mueven a los sones de la guitarra que toca una de ellas. Las jóvenes van ataviadas con vestidos andaluces de seda y mantoncillos de vivos colores y se adornan los cabellos con claveles. Llama la atención el dinamismo de su movimiento, que contrasta con la mayor serenidad de la pareja que va a caballo, en la que el hombre viste el traje corto campero, de paño oscuro, camisa blanca y polainas. A la derecha, asoma la cabeza de otro caballo que marcha en la misma dirección, hacia la Hacienda de Torrijos. Al fondo aparece un paisaje de marisma con algunas construcciones encaladas.

La romería proporcionó proporcionó al artista la posibilidad de plasmar, en un motivo de antigua y honda tradición andaluza, el alegre cromatismo de la indumentaria de las romeras y de las caballerías ricamente enjaezadas, los reflejos de la luz sobre las sábanas de las carretas, teñidas de suaves colores, y el movimiento de las muchachas al son de la música. Se conocen numerosas obras con este tema y se sabe que en sus últimos años el artista trabajó en un cuadro con este mismo asunto rociero, que habría de ser un compendio de sus experiencias pictóricas anteriores frente al motivo, y que no llegó a terminar. En éste, el movimiento de la escena se acentúa por las vibrantes y largas pinceladas del cielo, en tonos rosas y malvas, muy habituales en su producción madura. Es también frecuente en estos temas, como aquí se ve en el carro, la presencia de un coro alegre de muchachas, cuyo agitado movimiento capta el artista con genio vivo y nervioso. Este empeño es muy típico de las obras del pintor, según había advertido poco antes un conocido crítico, que señalaba con acierto que Bilbao «persiguió el ritmo de la gracia en su expresión del mayor movimiento; por ello sus figuras [...] ofrecen una vida inquieta, una acción un tanto nerviosa».

Aunque el último número de los dos que en el lienzo indicaban la fecha se ha perdido casi por completo (lo mismo que buena parte de la pintura de los bordes del lienzo), podría tratarse de un 4 o, más probablemente, de un 5. El artista pintó seguramente la obra en Sevilla poco antes del verano de 1915 (la romería tiene lugar en la Pascua de Pentecostés), pues entonces se celebró la Pacific International Exposition a la que, según revela una etiqueta pegada en el reverso del lienzo, la envió su autor. En esta exposición, organizada en la ciudad norteamericana de San Francisco, no hubo sección española, a diferencia de lo que ocurrió con los principales países europeos, por lo que Bilbao hubo de concurrir en la sección internacional, como otros españoles. Obtuvo una de las cuatro medallas de oro concedidas a artistas españoles; las restantes fueron para Andrés Parladé, Carlos Vázquez y Valentín Zubiaurre, en tanto que Eliseu Meifrèn recibió medalla de honor. La exposición no tuvo, pese a su carácter internacional, difusión en España, pues no hubo comisionado por España y sólo un mero representante, el conde del Valle de Salazar. No hubo tampoco mediación para pagar los envíos por parte del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, de manera que los participantes españoles hubieron de hacerlo por su cuenta.

La obra debió de venderse en Norteamérica o, al menos, en el mercado anglosajón, pues fue subastada en una casa inglesa o norteamericana, celebrada el 25 de octubre de 1996.

Javier Barón